lunes, 22 de agosto de 2011

SIRENA NEGRA

Como cada verano 
llega la negra sirena,
introduce su lengua de fuego
en la corteza de los árboles, como piel
quemada por los trópicos, deposita
su amargor, del atlántico al mediterráneo.
Extrae la savia como si fuera el beso de un áspid
reptando por las paredes del odio o de la estupidez.
Tal vez nunca podamos dibujar de nuevo al amor
enredando corazones en los troncos.
Ya el viento no será ese amigo que deseamos
sentir en nuestro rostro al abrir la ventana,
no transportará promesas de un nuevo
día entre las hojas, ni susurrará
sus quejas en la madera.
Hay tardes en las que quisiera
ser corchea y apartar
el silencio que recorre
a los pájaros y valles.
Quisiera
desbastar
lo vulgar,
extender
el plumaje
de águilas
ahuyentando
las predicciones
del estío, 
se ennegrecen
las copas, 
arrasan los deseos
de los troncos
que sirven de almohada.
La negra realidad
hiere las raíces,
habrá quién olvide
cómo eran los verdes
y seguirán 
hablando de ecología.

(R.J.M./22.8.11)


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