jueves, 11 de agosto de 2011

PERICO DE LOS PALOTES




Desde que era niña, de eso hace ya unas cuántas décadas, he oído hablar de Perico de los Palotes, incluso en la escuela. Llegabas a clase y la maestra, porque entonces no había señoritas, todas eran doña y mucho menos "seño", doña Engracia decía:
- A ver, Pepita García, sal a la pizarra y haz esta suma de decimales.

Y mirabas hacia atrás disimulando, para comprobar que no había otra niña que se llamase como tú y, todas te estaban mirando. Seguías haciéndote la remolona y la voz de la maestra retumbaba cada vez más.
- Te lo digo a ti, Pepita García González. ¿No pensarás que se lo he dicho a Perico el de los Palotes?.

¡Uf! Respirabas aliviada, ¿Se lo habría dicho a algún niño que se hubiese colado en la clase? Era un hecho poco probable, entonces no había aulas mixtas. Sólo había dos géneros: femenino y masculino, niñas y niños no se podían mezclar. El género neutro, no era masculino ni femenino, vamos que no era nada. 
¿Quién sería ese Perico de los Palotes que se había atrevido a entrar? ¿Sería el género neutro que se había perdido?. No, Perico de los Palotes era un cualquiera que no se dejaba ver, al final eras tú la que tenías que salir a la pizarra para hacer la fastidiosa suma.

Después llegabas a casa, habías chapoteado a gusto en el barro con las botas de goma que debían ser rusas, por aquello del nombre: katiuskas. Antes de entrar, las sacudías bien en el felpudo de la puerta, con tan mala suerte que manchabas el abrigo y tratabas de disimularlo pero, las madres parecen tener rayos X en los ojos y apenas habías entrado, era lo primero que veía.

- ¿Habráse visto cosa igual?. Te has puesto perdido el abrigo nuevo.

Los abrigos de antes eran siempre nuevos, mientras no se acabase el dobladillo, cada año se descosía un trozo para ir alargándolo. Por algo se había comprado tres tallas mayor, así cuando te quedaba bien, era justo cuando ya no te lo podías poner al año siguiente, con lo cual pasaba a ser viejo.



Tú intentabas justificar que aquel barro había aparecido en tu abrigo de improviso, alguien se había entretenido en mancharlo. Mamá te hacía quitar el abrigo para limpiarlo y de nuevo aparecía aquel personaje.
- Vamos, déjate de cuentos chinos, seguro que ha sido Perico el de los Palotes.

Más te valía no preguntar quién era: nadie sabía de dónde venía, ni adónde iba; era algo así como un amigo invisible. Un día le pregunté a mi vecino de enfrente, que se llamaba Pedro, pero sus amigos le llamaban Perico. Tal vez fuese él, era muy mayor, estaba calvo, usaba boina y una garrota en vez de bastón. Me dijo que su nombre era muy antiguo, tanto, que a su tatarabuelo le llamaban: Pero, pensé que sería para distinguirle de las peras, todos sus abuelos, incluso su padre se había llamado Pedro. Lo peor vino cuando le pregunté si se apellidaba "palotes",  a punto estuvo de darme un palo, empezó a decirme: que él y toda su familia sabía leer, escribir y hasta conocía las cuatro reglas de la aritmética, aunque fuesen de Palos de la Frontera. Mi madre cuando se enteró que me había echado de la casa, me obligó a acompañarla para disculparme. 

¿Cómo sería aquel personaje al que nunca veías y siempre se entrometía? Yo lo imaginaba como un duende, algo así como la figura que hay en la antigua Casa de fieras, del Parque del Retiro. Orejas puntiagudas, baja estatura, tocado con un gorro puntiagudo de color verde, al igual que el traje y las chinelas también puntiagudas, por que él no andaba, volaba. Claro que Perico de los Palotes, no tocaba la flauta y era de la misma familia que fulano, mengano y zutano.


R.J.M./ 11.8.11
*****************
         P.D. Según cuentan: Perico de los Palotes, sí existió allá por el siglo XVI. Era un bobo (el tonto del pueblo) que acompañaba a un pregonero tocando un tamboril con dos palotes, al acabar el pregón pasaba el gorro entre el público, a distancia del pregonero, algunos había que no querían darle ni un cuarto, entonces él contestaba:
A Periquito de los Palotes, si no tienes un cuarto, dale doblones. 
(No era tan tonto,  no)

5 comentarios:

CoRaZoN_ToCaO dijo...

Eres impresionante en eso de narrar,me llevas,me traes,y siempre con esa sonrisa que es dificil de evitar cdo te leo,me encanto,ya te hice un comentario en algun lugar y siempre en gusto visitarte,besos miles Ros.

Enrique Gracia Trinidad (EGT) dijo...

¡Qué bien, Rosa! Un beso y gracias

Pedro Mateos dijo...

Yo alguna vez en mi infancia llegué a creer que me lo llamaban a mi, pero nunca he usado palotes. Creía que los palotes eran los que se hacían en el cuaderno.

Pedro de Andrés dijo...

Me encanta aprender así. Gracias por rescatarlo para nosotros. Un beso.

Rosa del Aire dijo...

La verdad es que nunca me ha gustado llamar Perico a ningún Pedro, aunque los demás le nombraran así.
Gracias Pedro, un abrazo.