Adiós a un aberrante agosto
marcado por la barbarie,
el susurro de las flores
habló tan sólo de muerte,
de miedo y rabia contenidos
en tantos dispares acentos.
Adiós a un tórrido agosto
acosado por lenguas de fuego,
que no dio tregua a las cenizas,
sin apenas alivio ni respiro
hasta sus últimos días,
cuando la lluvia llegó anegando
los campos y las ciudades.
Adiós a un agosto que trataremos
de olvidar cuando la rutina
impregne nuestros pies.
Porque septiembre echará a andar,
ojalá encontremos el acantilado
donde sumergirte para siempre.
(R.J.M./31.8.2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario