TAURO
Y LA CRUZ CÓSMICA
Mariano,
el astrónomo aceptado en el Comité del P.E.P.A., tras su encuentro
con los alienígenas, tenía que escribir su artículo sobre el
horóscopo de Tauro y una vez más las cosas se le ponían difíciles.
No
sólo había tenido lo del eclipse lunar, sino que ahora los planetas
se habían puesto en su contra, en vez de seguir como siempre o sea
como si estuviesen jugando al corro de la patata, les había dado por
jugar a las cuatro en raya y cruz. Ahí era nada ángulos de 90º
entre planetas y dos oposiciones de 180º Nada volvería a estar como
antes y le había tenido que tocar a él descubrirlo.
Urano,
un rebelde innovador había entrado en Aries que con su luna nueva
había originado una gran apertura y la manifestación de la luna
sangrante. Buscaba una fórmula para mantener la identidad cultural.
Júpiter
que entraba con su optimismo y protección en Cáncer, tan defensor
él de la conciencia masiva, opinaba que si los animales de todas las
especies se comunican sin necesidad de idiomas, ¿por qué no podían
hacer los humanos, lo mismo?
Marte
impulsivo, indomable y precipitado había entrado en Libra, justo los
más equilibrados. Quedaba a la vista, se demostraba la inhabilidad
para terminar con las guerras.
Plutón,
el transformador, dispuesto a deshacerse de las formas viejas había
llegado a Capricornio el de la conciencia iniciática, pensaba en el
libre albedrío a nuestra disposición. Nunca es culpa de los demás
lo que nos pasa.
Para
Mariano lo de la gran cruz cósmica, se lo echaba a la espalda,
tampoco iba a dramatizar, pero ¿cómo afrontar lo de los tauros?.
Durante varios días había estado observando la Via Lactea y las
cartas astrales, seguían eclipsadas en la sombra de la luna. Había
enviado sus predicciones, pero no estaba muy satisfecho, los tauro
reaccionaban a topetazos.
Se
fue a tomar una caña al bar de la esquina, se sentó en una mesa
junto a la ventana. Estaba cabizalzado, mirando por la ventana, la
espuma de la cerveza se le había pegado al bigote. Fue entonces
cuando la vio cruzar la calle. Estaba casi seguro. ¡Era ella, uno de
sus amores! Con veinte años más y también algunos kilos añadidos,
pero los mismos andares. ¡No podía dejarla ir! Recordó que la
había conocido en una Feria de Abril. ¿Cómo, narices, se llamaba?.
No podía dejarla ir, cómo él había escrito para el horóscopo.
"Si hace tiempo no sabías de una
persona que sientes gran interés por ella, tendrás noticias en
breve. Es la semana ideal para tomar decisiones".
¡Por
Júpiter! No podía dejar escapar la ocasión, salió
precipitadamente del bar, al tiempo que una señora de cierta edad
entraba y empezó a despotricar de la falta de educación. Ella
continuaba andando, se iba, él gritó: ¡Eh, Macarena! Ella miró en
torno, ninguna otra mujer pasaba por la acera. ¿Quién sería el
energúmeno que gritaba así? La mala fortuna hizo que el tacón de
su sandalia se incrustara en una rejilla de ventilación, haciéndole
perder el equilibrio. Mariano llegó a tiempo de cogerla por la
cintura y ¡claro!, la respuesta no se hizo esperar, recibió un
soberano tortazo que le quitó la espuma del bigote. Nadie espera que
te agarren así, menos cuando una de tus preciosas sandalias recién
estrenadas está a punto de romperse.
-
¿No me recuerdas? Soy Mariano, nos conocimos en una Feria de Abril.
¡Menudos bailes nos echamos para el cuerpo!
Ella
se quedó mirándole detenidamente, a punto estuvo de darle otro
tortazo, en ese momento, él se agachó para intentar sacar la
sandalia sin mayores daños, pero no pudo impedir que el tacón se
quedara entre los hierros, ambos perdieron el equilibrio.
Desde
la puerta del bar, el camarero y dos parroquianos contemplaban la
escena, se acercaron para ayudarles. Él seguía abrazado a la pierna
de la mujer, ella trataba de desprenderse de su mano. Él preguntó:
¿Eres una taurina? Y zas..,
El
camarero agarró del brazo a Mariano y le ayudó a levantarse de la
rejilla donde había quedado sentado, no quería perder un cliente
tan fiel. Les fue empujando suavemente a todos para que entraran en
el bar. La mujer cojeaba al andar, llevaba el tacón en la mano.
Mariano no callaba, trató de justificarse, mientras se sentaban en
la mesa que anteriormente había ocupado.
-
Quise decir que eres del signo Tauro.
Uno
de los espectadores, comenzó a despotricar.
-Este
señor es un lunático. ¡Habrase visto!
-No
señor, soy astrólogo y ahora le agradecería que nos dejara solos,
es una conversación privada.
El
señor en cuestión se alejó de la mesa, mientras hacía un gesto
con el dedo índice sobre la sien. El camarero saco su block y anotó
lo que le pidió la mujer, una copa de vino tinto, Mariano pidió
otra cerveza y una ración de jamón.
-
¿De verdad, no te acuerdas de mí? Recuerdo que desde la feria
fuimos a celebrar el cumpleaños a tu casa.
Ella
negó con la cabeza, miraba su sandalia sin tacón, a punto estuvo
de tirarle el tacón a la de él, se contuvo, el camarero llegó
con el vino y la ración de jamón.
- No me lo puedo creer, en tu horóscopo decía que tendrías dolor
de piernas y que tendrías que realizar Pilates, pero nada de que
se te rompería la sandalia. También decía que tu signo
compatible es Cáncer y casualmente ese soy yo.
-
¡Vaya que casualidad, mi pareja también lo es!
-
¿Estás casada?
-
No, estoy viuda. ¿Y tú?
- Bueno, estoy casado pero, no nos llevamos bien, sino nos hemos separado es porque tenemos hijos. Y tú, ¿los tienes? ¿Es muy
seria tu relación? Podríamos volver a retomar la nuestra.
-
No, no tengo hijos -ella se había levantado del asiento- y mi
relación es tan seria que pensamos adoptar un hijo.
-
¿Él no puede tenerlos?
-
¿Quién te ha dicho que fuese un hombre? Parece que tus
predicciones no son muy fiables. Tengo novia y nos queremos mucho
-se había puesto las sandalias, después de quitarle el tacón a
la otra- ¡Ah,
por cierto! No sabes la rabia que me daba, que me llamases
Macarena, mi nombre es Almudena. ¡Chao, Mariano!
Se
dirigió a la salida del bar sin volver a mirarle. Mariano
pensó que su cruz cósmica acababa de salir por la puerta, nada
volvería a ser como antes. Era 29 de abril, día del eclipse
solar. Tendría
que dedicarse a otra cosa.
Rosa
de Aristolio
(R.J.M./ 30.4.14)
2 comentarios:
Muy bueno el relato del viaje y con sorpresa final. Solo que un poco monográfico ¿no? esta vez no se habla de otros personajes.
Ay, pobre Mariano... Es el riesgo que tienen los amores de juventud, que a veces (casi siempre) se han olvidado de nosotros.
Me encanta cómo ha quedado el relato, doctora Ros.
Un abrazo muy grande.
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