miércoles, 30 de abril de 2014

Episodio 17 TAURO Y LA CRUZ CÓSMICA


TAURO Y LA CRUZ CÓSMICA


   Mariano, el astrónomo aceptado en el Comité del P.E.P.A., tras su encuentro con los alienígenas, tenía que escribir su artículo sobre el horóscopo de Tauro y una vez más las cosas se le ponían difíciles.

   No sólo había tenido lo del eclipse lunar, sino que ahora los planetas se habían puesto en su contra, en vez de seguir como siempre o sea como si estuviesen jugando al corro de la patata, les había dado por jugar a las cuatro en raya y cruz. Ahí era nada ángulos de 90º entre planetas y dos oposiciones de 180º Nada volvería a estar como antes y le había tenido que tocar a él descubrirlo.

   Urano, un rebelde innovador había entrado en Aries que con su luna nueva había originado una gran apertura y la manifestación de la luna sangrante. Buscaba una fórmula para mantener la identidad cultural.

   Júpiter que entraba con su optimismo y protección en Cáncer, tan defensor él de la conciencia masiva, opinaba que si los animales de todas las especies se comunican sin necesidad de idiomas, ¿por qué no podían hacer los humanos, lo mismo?

  Marte impulsivo, indomable y precipitado había entrado en Libra, justo los más equilibrados. Quedaba a la vista, se demostraba la inhabilidad para terminar con las guerras.

   Plutón, el transformador, dispuesto a deshacerse de las formas viejas había llegado a Capricornio el de la conciencia iniciática, pensaba en el libre albedrío a nuestra disposición. Nunca es culpa de los demás lo que nos pasa.

   Para Mariano lo de la gran cruz cósmica, se lo echaba a la espalda, tampoco iba a dramatizar, pero ¿cómo afrontar lo de los tauros?. Durante varios días había estado observando la Via Lactea y las cartas astrales, seguían eclipsadas en la sombra de la luna. Había enviado sus predicciones, pero no estaba muy satisfecho, los tauro reaccionaban a topetazos.

   Se fue a tomar una caña al bar de la esquina, se sentó en una mesa junto a la ventana. Estaba cabizalzado, mirando por la ventana, la espuma de la cerveza se le había pegado al bigote. Fue entonces cuando la vio cruzar la calle. Estaba casi seguro. ¡Era ella, uno de sus amores! Con veinte años más y también algunos kilos añadidos, pero los mismos andares. ¡No podía dejarla ir! Recordó que la había conocido en una Feria de Abril. ¿Cómo, narices, se llamaba?. 

   No podía dejarla ir, cómo él había escrito para el horóscopo. "Si hace tiempo no sabías de una persona que sientes gran interés por ella, tendrás noticias en breve. Es la semana ideal para tomar decisiones".

  ¡Por Júpiter! No podía dejar escapar la ocasión, salió precipitadamente del bar, al tiempo que una señora de cierta edad entraba y empezó a despotricar de la falta de educación. Ella continuaba andando, se iba, él gritó: ¡Eh, Macarena! Ella miró en torno, ninguna otra mujer pasaba por la acera. ¿Quién sería el energúmeno que gritaba así? La mala fortuna hizo que el tacón de su sandalia se incrustara en una rejilla de ventilación, haciéndole perder el equilibrio. Mariano llegó a tiempo de cogerla por la cintura y ¡claro!, la respuesta no se hizo esperar, recibió un soberano tortazo que le quitó la espuma del bigote. Nadie espera que te agarren así, menos cuando una de tus preciosas sandalias recién estrenadas está a punto de romperse.

 - ¿No me recuerdas? Soy Mariano, nos conocimos en una Feria de Abril. ¡Menudos bailes nos echamos para el cuerpo!

   Ella se quedó mirándole detenidamente, a punto estuvo de darle otro tortazo, en ese momento, él se agachó para intentar sacar la sandalia sin mayores daños, pero no pudo impedir que el tacón se quedara entre los hierros, ambos perdieron el equilibrio.

  Desde la puerta del bar, el camarero y dos parroquianos contemplaban la escena, se acercaron para ayudarles. Él seguía abrazado a la pierna de la mujer, ella trataba de desprenderse de su mano. Él preguntó: ¿Eres una taurina? Y zas..,

   El camarero agarró del brazo a Mariano y le ayudó a levantarse de la rejilla donde había quedado sentado, no quería perder un cliente tan fiel. Les fue empujando suavemente a todos para que entraran en el bar. La mujer cojeaba al andar, llevaba el tacón en la mano. Mariano no callaba, trató de justificarse, mientras se sentaban en la mesa que anteriormente había ocupado.

   - Quise decir que eres del signo Tauro.

   Uno de los espectadores, comenzó a despotricar.

   -Este señor es un lunático. ¡Habrase visto!

   -No señor, soy astrólogo y ahora le agradecería que nos dejara solos, es una conversación privada.

   El señor en cuestión se alejó de la mesa, mientras hacía un gesto con el dedo índice sobre la sien. El camarero saco su block y anotó lo que le pidió la mujer, una copa de vino tinto, Mariano pidió otra cerveza y una ración de jamón.

   - ¿De verdad, no te acuerdas de mí? Recuerdo que desde la feria fuimos a celebrar el cumpleaños a tu casa.

   Ella negó con la cabeza, miraba su sandalia sin tacón, a punto estuvo de tirarle el tacón a la de él, se contuvo, el camarero llegó con el vino y la ración de jamón.

   - No me lo puedo creer, en tu horóscopo decía que tendrías dolor de piernas y que tendrías que realizar Pilates, pero nada de que se te rompería la sandalia. También decía que tu signo compatible es Cáncer y casualmente ese soy yo.
    - ¡Vaya que casualidad, mi pareja también lo es!

    - ¿Estás casada?

    - No, estoy viuda. ¿Y tú?

    - Bueno, estoy casado pero, no nos llevamos bien, sino nos hemos separado es porque tenemos hijos. Y tú, ¿los tienes? ¿Es muy seria tu relación? Podríamos volver a retomar la nuestra.

    - No, no tengo hijos -ella se había levantado del asiento- y mi relación es tan seria que pensamos adoptar un hijo.

    - ¿Él no puede tenerlos?

    - ¿Quién te ha dicho que fuese un hombre? Parece que tus predicciones no son muy fiables. Tengo novia y nos queremos mucho -se había puesto las sandalias, después de quitarle el tacón a la otra- ¡Ah, por cierto! No sabes la rabia que me daba, que me llamases Macarena, mi nombre es Almudena. ¡Chao, Mariano!

    Se dirigió a la salida del bar sin volver a mirarle. Mariano pensó que su cruz cósmica acababa de salir por la puerta, nada volvería a ser como antes. Era 29 de abril, día del eclipse solar. Tendría que dedicarse a otra cosa.

      Rosa de Aristolio
      (R.J.M./ 30.4.14)





2 comentarios:

Pedro Mateos dijo...

Muy bueno el relato del viaje y con sorpresa final. Solo que un poco monográfico ¿no? esta vez no se habla de otros personajes.

Vichoff dijo...

Ay, pobre Mariano... Es el riesgo que tienen los amores de juventud, que a veces (casi siempre) se han olvidado de nosotros.
Me encanta cómo ha quedado el relato, doctora Ros.
Un abrazo muy grande.