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El enfado de la naturaleza
Ebrios de asfalto y de laderas
irrumpieron en los brazos del agua
haciendo de su antojo, un vuelo
en las cumbres. Invadieron estratos,
rivalizaron con la ofrenda arbórea,
se prodigó el cemento
en el torrente de neviscas.
De la cúspide al barranco
hay tan solo un galope
abajo se sostiene el pueblo,
el pálido espectro, inerte,
en lid con quien le inunda.
sin tener otro refugio más que el llanto.
Sólo cabe, empezar de nuevo
la travesía de la existencia.
R.J.M./24-2-2010
Ebrios de asfalto y de laderas
irrumpieron en los brazos del agua
haciendo de su antojo, un vuelo
en las cumbres. Invadieron estratos,
rivalizaron con la ofrenda arbórea,
se prodigó el cemento
en el torrente de neviscas.
De la cúspide al barranco
hay tan solo un galope
abajo se sostiene el pueblo,
el pálido espectro, inerte,
en lid con quien le inunda.
sin tener otro refugio más que el llanto.
Sólo cabe, empezar de nuevo
la travesía de la existencia.
R.J.M./24-2-2010
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