Hay
centauros al galope
por
los negros desiertos de la esfera.
Esqueletos
que reviven
y
decapitan transparencias azules.
Mandatarios
de lo oscuro, gritan.
¡Grillo!
Amordaza tu canto,
no
rompas el aullido
de
chacales celosamente felices.
¡Quirón!
Secuestra en un cofre las simientes
de
vides, praderas y trigales.
Entona
un epitafio
por
los estambres del hibiscus.
Yo
digo ¡Hombre!
Deja
de ser un centauro exterminador,
busca
tréboles e hipocampos marinos
entre
los plásticos que axfisian a las algas.
Sueña
que ves desde tu hueco ojival
un
poco de cielo. Escucha
el
diapasón de las alondras.
Comparte
los dátiles de tus manos,
asómbrate
con la sonrisa de su boca.
Conserva
algún lucero sin eclipse.
ROSA
(R.J.M./4.3.13)
Adaptación
del poema, de igual nombre,
Libro:
La Huella de los dioses
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