domingo, 26 de octubre de 2014

VIAJE AL PLANETA ARISTOLIO





           23. El lío de Lya y la bicicleta voladora

       El astronauta Antonio Sanchito, observaba nervioso cada uno de los monitores para comprobar que no se advertía la presencia de observadoras aristolianas, presentar su invento en público era bastante comprometido. Su amigo Pedro Majuelo, el exoclimastólogo, insistió para que se lo mostrara, se dirigieron al hangar privado y después de cerrar la puerta, destapó una gran lona. Cuando Pedro lo vio se quedó estupefacto, las lentes de aumento se las puso y quitó varias veces . ¿Por qué no se le ocurriría a él inventar algo parecido?.

       Antonio le pidió que no lo comentara con nadie, no quería que figurara en la exposición de inventos. Era un regalo para un hijo putativo androide, que hasta entonces había mantenido en secreto. A Pedro, la historia que comenzó a contarle el astronauta le parecía de ciencia ficción y le hizo dudar de su sano juicio. Decía haber mantenido una relación de contacto físico con una extraterrestre.

    - Hace unos cinco años, realicé un viaje con mi Valkiria a la playa de Cancún. Una noche en la que no podía dormir, porque echaba en falta el telescopio, cogí los prismáticos y comencé a andar por la playa buscando un lugar oscuro para enfocar el cielo, fue entonces cuando me vi rodeado de un gran haz de luz que desprendía una mujer altísima de unos dos metros.

    - ¿Se te apareció la Virgen? -Le interrumpió Pedro.

    - No digas tonterías, Pedro, cuando se desprendió de la luz , vi que se trataba de una mujer de carne y hueso, tenía una melena negra, sus ojos verdes parecían traspasarme, aparentaba unos treinta años, aunque me dijo que tenía unos mil años luz. La joven anciana me dijo que procedía del planeta Inxtria, de la constelación Andrómeda. Su nombre era Lya.

    - Bien líado sí que estabas Antonio, se es viejo o joven, pero ambas cosas a la vez.., tú sabes muy bien que no hay ningún planeta habitable en esas constelaciones. Como exoclimastólogo habría detectado el cambio en ese sistema.

    - Te equivocas Pedro, su planeta desapareció y quedó tan sólo como una supernova que hubiese estallado. Antes de suceder eso varios de los seres que habitaban Inxtria, abandonaron el planeta y llegaron a la tierra, sus vibraciones eran muy sutiles y refinadas. Sus cuerpos celestes acogían la actividad inteligente de los humanos, sin que nosotros pudiésemos percatarnos.

    - ¿Y cómo podías entender lo que te contó?

    - Aunque no lo creas, hablaba un perfecto castellano.

       Pedro estaba alucinado, no sabía si creerle o no, tampoco se atrevía a hacerle la siguiente pregunta.

    - ¿Llegasteis a intimar esa misma noche?

    - ¿Quieres que te diga la verdad? - Antonio estaba pensativo- Yo ardía en deseos, pero no recuerdo haber hecho nada, más bien fui penetrado. No sé cómo volví al hotel ni cuando se fue ella, sé que desperté en la cama bien entrado el día, estaba muy cansado y mi esposa me dijo que había estado infatigable.

    - ¿Has vuelto a hablar con Lya? ¿Cómo has sabido que tienes un hijo?

    - Cuando quiere hablar conmigo, el astrolabio que tengo en mi observatorio se mueve en la dirección hacia donde está ella, sólo tengo que dirigir el telescopio al punto que me ha indicado. En ocasiones está meses sin aparecer, el tiempo-espacio de ella es distinto del nuestro. El planeta Inxtria desapareció, pero Lya tiene la facultad de poderse trasladar a Andrómeda o a Marte. Respecto al hijo llamémosle Terri-droide, desde luego no es un niño corriente de cinco años, digamos que aparenta tener más de quince.

    - Insisto, ¿cómo puedes saber que es hijo tuyo?

    Antonio se quitó el peluquín, situada en la nuca y camuflada por el pelo que en esa zona le crecía, tenía una estrella alargada, la misma que tenía su hijo Terri-droide, en el mismo lugar.

    - Lya me envía imágenes extrasensoriales. Mi sentido paternal, me dice que sí que lo es, incluso sé que ya ha probado mi invento, mira. Antonio proyectó un vídeo en la pantalla.

 - Con lo bien que nos vendrían unas cuantas bicis voladoras en el      viaje hasta el planeta Aristolio, comentó Pedro- no tendríamos temor de caer en los agujeros negros que nos acechan en la galaxia.

Rosmar (R.J.M.) 


    Título del cuadro: "Andrómeda" Autor: Antonio Sangil

    Nota: Publicada el 13/6/2013. Tres empresas de la República Checa se han unido para crear un prototipo de bicicleta eléctrica voladora. La demostración de este nuevo sistema de transporte diario se celebró en la Sala de Exposiciones de Praga. La bicicleta con un maniquí encima despegó, voló cinco minutos bajo control remoto y aterrizó sin ningún problema.
   

6 comentarios:

Vichoff dijo...

Buenísimo este nuevo capítulo, doctora Rosmar. Sobre todo porque nos permite aventurar que no hay fronteras ni siquiera espaciales, para el amor.
Un abrazo enorme.

Mari Carmen Azkona dijo...

Qué interesante, Rosa, y tan divertido y original como siempre. Solo espero que continúes esta historia. Por curiosidad científica, me gustaría conocer la evolución de ese hijo putativo androide.

Besos y abrazos.

Rosa del Aire dijo...

La verdad, Karmiña, la Dra. Ros pensaba dejarle en el anonimato, pero visto el ínteres científico, tal vez aparezca en un futuro.

De momento, los episodios van lentos porque tiene la cabeza como una olla a presión con tantos observadores e inventos.
Mucho papeleo y poco tiempo.
Un abrazo aristoliano.

Pedro Mateos dijo...

Creía que te lo había comentado ya, al menos esa fue mi intención y recuerdo haber escrito algo. Claro que como soy tan despistado lo mismo no lo guardé. Bueno que me ha gustado mucho, tanto como cuando lo leí la otra vez. Mis felicitaciones.

Rosa del Aire dijo...

¡Gracias, Dra. Vichoff!Sepa usted que su comentario no lo he visto hasta ahora. Tal vez porque quise arreglar el blog y casi me cargo hasta la infantería aristoliana.

Sí, es de esas veces que casi me quedó redondo desde el principio. ¿Y qué decir de la imagen? Es un cuadro de nuestro astronauta Antonio, que pinta así de bien.

Un abrazo aristoliano.


Rosa del Aire dijo...

¡Gracias Pedro! Sé de tu despiste, pero en este caso, es probable que pasara lo mismo que con el comentario de la Dra. Vichoff, que se fuese al éter.
Un abrazo aristoliano.