EL ÁRBOL DE LOS DESEOS

(Historias de la Resi)

Cuando llegué el otro día a la Resi vi que ya habían puesto el Árbol de los Deseos. un original árbol hecho con cajas forradas de papel verde en las que cada uno de los residentes ha ido escribiendo su deseo o transmitiendo lo que deseaban a otra persona para que se lo escriba.

Salud y Trabajo para los hijos y nietos son los deseos más numerosos, también los hay ingenuos, como “Galletas y crema Nivea” otros más prácticos: “Que me dejen una cama en esta residencia” o dolorosos: “Que mi hijo me lleve a casa, “Que mis nietos vengan a verme”. Estaba leyendo los deseos, casi todos ellos están firmados, entonces llegó O. el nieto “adoptado”.

- Rosa, ¿has visto el deseo de Pablo, Pablito.

- No, -le dije.

Me hizo rodear el árbol, he de decir que son unos doscientos cincuenta los residentes y casi igual número de cajas. Me lo señaló, al leerlo no pude por menos que soltar una enorme carcajada. Pasaban en ese momento dos auxiliares y se pararon, riendo también.

- Qué, Rosa, ¿ya has visto el deseo de Pablo?.

Aunque hay dos Pablos residentes, el deseo sólo podía ser de Pablo, Pablito. Un hombre de unos ochenta años, de aspecto enclenque. Su andar es despacioso y utiliza indistintamente un bastón o un andador, depende de que esté paseando por el parque o en lo que antes llamábamos el tresillo: tres sillones situados estratégicamente al lado de los ascensores, donde se sentaban antes Pablito y otros dos amiguetes, de similares cataduras. Lugar que ha sido sustituido por unas jardineras con plantas, para evitar que se aposenten. Desde allí, las mujeres jóvenes y otras no tanto, hemos tenido que oír las obscenidades que soltaba y que los otros dos le coreaban, antes de entrar en los ascensores.

No importaba que trataras de contestarle con malos modos, hacía caso omiso.

En el parque, su estrategia es distinta, primero se fija si es una de la mujeres no habituales. En cuyo caso, se acerca lentamente, cuando empieza a subir la rampa que conduce a la entrada.

- Señorita, es usted muy guapa, ¿podría echarme una mano? Es que estoy solo y no tengo quien me ayude.

Entonces, el alma caritativa se conmueve y ofrece su brazo, es cuando Pablito no solo se coge a su brazo, sino que aprovecha para rozarle el pecho con él. La víctima en cuestión, no sabe si dicho roce ha sido al azar y él inicia, el segundo asalto.

- ¡Que bien huele, señorita!.

Y para percibir mejor el perfume, si es que la mujer en cuestión no se ha percatado, es capaz hasta de apoyar la cabeza en el pecho de ella. Eso si no han llegado a la entrada al edificio donde siempre están sentadas, las “amantes del sol”, media docena de mujeres que apenas ven que brilla el astro rey, se sientan en las sillas aledañas, donde exponen caras, piernas y brazos, hasta parecer, que han estado en plena canícula dorándose en Benidorm.

Entonces es cuando se deshace el encanto de Pablo, ante los insultos que recibe de ellas y el brusco deshacerse del brazo de la víctima, que se siente burlada en su caridad.

- ¡Brujas, más que brujas! ¿A vosotras que os importa?. Meteos en vuestros asuntos.

Supongo que ya sabréis cual es el deseo de Pablo, en palabras textuales: “Echar un kiki”. Yo creo que hay hasta apuestas, para saber si conseguirá su deseo o no. Lo que sí es una realidad es que su caja ha sido la más leída y comentada, aunque, como me decía la administradora social.

- Hay quien me ha reprochado el haberla expuesto al público, pero ese es su deseo y tiene el mismo derecho que los demás.

Al fin y al cabo, una residencia es el fiel reflejo de lo que hay en la sociedad de fuera y es, posiblemente, menos hipócrita, porque sus habitantes no temen el juicio de los demás a esas alturas de sus vidas.

Desde este particular árbol vayan mis deseos para vosotr@s.

Un FELIZ AÑO 2012 en el que se cumplan las bellas ilusiones.

Abrazos de Rosa del Aire